Jesús llegaba a Naím
y a la pobre viuda veía,
llorar a su primogénito
que tan joven moría.
Y en las lágrimas de ella,
Jesús vio las de María,
pues, cuando fuese Su Hora
Ella también lloraría.
Y entonces paró el cortejo,
que hacia la tumba iba,
y al consolar a esa madre
también consoló a María.
Y calladas las lágrimas
al muerto le decía:
"Muchacho, yo te lo digo,
levántate"
y enseguida
el muerto se incorporó
y muchas cosas
decía.
Jesús le tomó entonces
y así, vuelto a la vida,
lo devolvió a su madre
que de gozo resplandecía.
Prefacio de muerte y llanto
anuncio de nueva Vida
el Hijo resucitado
tendrá en sus brazos María.
María Susana Ratero
susanaratero@gmail.com