miércoles, 19 de octubre de 2011

Con María y la viña en mi alma

   Este domingo de octubre mi alma espera ansiosa el comienzo de la Santa Misa. Sé, porque lo he vivido muchas veces, que saldré alimentada, no sólo por la visita de Jesús, que vendrá a mí en la Eucaristía, sino también por la Santa Palabra…. La palabra de Dios, se me acerca en la primera parte de la Misa, mostrándome caminos y luego en la Eucaristía, dándome la fuerza y la perseverancia para caminarlos.
   La lectura de hoy nos habla del dueño de casa que planto una viña (Mt 21,33  Is 5,1), la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre…
  Escucho, con la mirada y el corazón fijos en tu imagen de la Inmaculada Concepción. Tengo la plena seguridad de que, estando en Tu Corazón no solo entenderé mejor, sino que podre llevar la Palabra a mi día a día…
   - ¿Escuchas?- me sorprendes amorosamente- están hablando de ti…
   - ¿De mí, Madre? Pero…. Si hablan de una viña ¿Qué tiene que ver una viña conmigo?
   - Escucha con atención…- y por un delicado regalo tuyo la Palabra vuelve a repetirse en mi alma, como si se hubiera quedado en espera, entre las paredes del Templo y, a una orden tuya, vuelan prontas a mi corazón….
   - Por caridad, explícame, Madre, que no entiendo…
   - Hija mía, tu alma, el alma de cada amado hijo es la tierra donde el dueño planto su amada viña…
   Me tomas de la mano y susurras:
   - Ven, que te muestro
   Y me enseñas a caminar hacia el interior de mi alma y, para mi asombro, hay allí una viña…
  - Madre ¡Que maltrecha está! ¿Qué le ha pasado?
  - Repasemos juntas la Escritura, hija mía… “El dueño de casa plantó una viña” o sea, esto que ves, ha sido plantado por Dios el día de tu bautismo….
   Haces un pequeño silencio para que pueda ir yo asimilando, paso a paso… hasta estos exquisitos detalles tienes para conmigo
   - Continuemos, hija- y las paredes del Templo, a tu orden, repiten la siguiente frase: “la rodeó de una cerca” -¿Ves la cerca en tu alma, hija?
     Comienzo a ver una cerca con varios postes derribados…. Más, en las partes sanas, puedo observar que han quedado, en el  exterior, muchos dolores y penas, muchas envidias y pasiones desordenadas que no pudieron entrar a la viña y, como ave de rapiña, arrasar con cuanto hallaren a su paso….
   Veo, en cambio, en las partes derribadas, que las plantas del interior de la viña fueron casi despedazadas
   - ¿Qué ha ocurrido, Madre? ¿Por qué este desastre en la viña de mi alma?
   - Porque no has mantenido sana la cerca… Se ha debilitado y los intrusos espirituales la pasaron sin mayor esfuerzo… y…ya ves los resultados…
   - ¿Intrusos espirituales, Madre? ¿Qué es eso?
   - Son todas las tentaciones, hábilmente disfrazadas, que se presentaron en el exterior de la cerca… Al ver su debilidad, entraron… al cruzarla, perdieron su disfraz, y puedes ver ahora sus rostros y sus obras…
   -¡Qué enorme pena, Madre querida! ¡Qué tremendo desastre! Y ni siquiera sé como ha ocurrido…
   - ¿Segura que no lo sabes hija? Mira cada planta, y al intruso que la ha dañado y recordarás…
   Me acerco lentamente a aquellos espacios de mi alma que aun duelen… y voy viendo mis errores, mis malas elecciones... Pero aun no comprendo como algunas pasaron y otras, en cambio, no pudieron saltar la cerca…
   - Aprende, hija, a conocer la cerca, así sabrás como cuidarla, como tornarla fuerte para que no entren más intrusos y la viña de tu alma pueda producir los frutos  que Su Dueño espera…
   La cerca… la cerca con que el Señor rodea mi viña…. La cerca es ¡mi fe! Sí, mi fe, esa fe que, como don precioso, puso el Señor en mi alma. Esa fe es la que me lleva a la oración… oración que es súplica y agradecimiento. Oración hecha en medio del dolor o del alivio. Oración tranquila y otras veces apurada. Oración unas veces meditada y otras… otras solo es nombrarte, Madre, nombrarte para que le lleves al Señor mi súplica porque el  alma  ya no tiene fuerzas para mas…
¡Veo ahora que mis momentos de oración perseverante me han protegido tanto! ¡De cuántas cosas me ha salvado esta cerca! ¡De cuánto me ha resguardado!
   En cambio, cuando he pensado que ya “he orado suficiente” y mi alma abandonó ese “estado de oración”  que la hacía nombrarte aún en silencio…aún en medio del diario trajín, los quehaceres, los apuros y el reloj que camina, a veces, demasiado rápido… Cuando el alma quiso “arreglarse sola” ¡¡¡Así le fue!!!
   Y te miro con infinito agradecimiento por enseñarme que hay una cerca en mi alma que debo mantener siempre firme y sana…
   - Hablemos ahora del lagar, que cavó en tu alma el dueño de la tierra…Cuando los frutos estén listos, irán al lagar, para ser apisonados y comenzar el proceso del vino…. Pero si los frutos buenos se mezclan con los amargos ¿Qué vino resultara?
   Veo, Madrecita, que mis buenos frutos han sido agriados por otros amargos…. De nada me ha valido complacerme en mis buenos frutos si no he cuidado de quitar los malos… si no he tratado de que todas las plantas de la viña den fruto bueno, no sólo para que el vino sea más abundante, sino para que sea de buena calidad….¿Cómo se hace eso, Madrecita?
   - Para eso el Señor plantó la torre de vigilancia…. Si alimentas la tierra con la frecuencia de los Santos Sacramentos, Confesión y Eucaristía, y mantienes la cerca fortalecida, el alma dará los frutos según la variedad de planta que tenga sembrada, es decir, según los dones que le hayan sido dados… por tanto, debes poner atención en tus dones y no andar comparándote con los de otros… cada uno ha de rendir cuenta por su propia viña…La torre de vigilancia te ayudara a ver más lejos, cuando los intrusos espirituales se estén acercando… no esperes a que golpeen la cerca, puede que hallen alguna fisura en ella y penetren…. Acostúmbrate a utilizar la torre… así, cuando los divises, la fuerza de tu oración  los hará retroceder…
   -¿Me podrías decir cuál es la torre en mi alma, Maria?
  - Con gusto pequeña…. La torre en tu alma es la dirección espiritual… ese contacto frecuente con tu sacerdote guía, que te permitirá discernir cual es la voluntad de Dios en tu vida… es ese mantenerte cobijada en el corazón de la Iglesia  que, como Madre y Maestra, te va guiando, enseñando, instruyendo, alimentando… así, desde esa santa torre, podrás ver los intrusos  espirituales cuando se vayan acercando… podrás fortalecer tu cerca para que no te seduzcan sus disfraces y así, proteger tu viña y sus frutos… Cuida tu viña, hija mía, mientras aún puedes hacerlo… un día ya no podrás… cuando llegue la última cosecha ya no podrás hacer más nada por tu viña
   - Explícame esto Madre….
   - En el último día de tu vida, cuando llegue tu hora, cuando seas llamada a la presencia del Padre, iras con tu viña tal como se halle en ese momento, ya no te será permitido restaurar ni su cerca, ni su torre ni sus plantas… Por eso es que debes mantener tu alma en estado de gracia… para eso tienes los Santos Sacramentos… utilízalos, son fruto del Amor del Padre por cada hijo… Tienes la oración, para suplicar las gracias que necesites y las virtudes que te falten… para suplicar la constancia y la paz… tienes los medios para mantener tu viña en buen estado… Aún cuando falles, cuando caigas, cuando no sepas o no puedas mantener la cerca en condiciones, aún allí tienes la oración para suplicar la Misericordia de Dios, que se derramará como lluvia generosa sobre tu viña y la hará florecer con frutos nuevos…

   Me quedo en silencio, meditando tus palabras… sé que me llevará tiempo comprender y seguramente volveré con más preguntas a tu Corazón…. Cerca y torre, preguntas y penas, plantas y frutos, amores y fe… y toda mi vida… todo junto en mi alma… y tu mano Madre, tu mano que se extiende generosa hasta mi corazón, para enseñarme a restaurar cercas, a trepar torres, a suplicar misericordia…. A caminar hacia tu Hijo… gracias Madre, gracias por enseñarme la profundidad de esos pocos renglones de la lectura… Aún tengo mucho que meditar, mucho que aprender… Sé que estas allí, esperando mis preguntas y ofreciéndome tus abrazos….

    La Misa ha terminado…. La plaza frente a la Catedral está inundada de exquisito perfume….quizás…. quizás es tu abrazo Madre, tu abrazo, perfecta labradora de viñas eternas….

María Susana Ratero
NOTA de la autora: "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón  por el amor que siento por Ella.”


1 comentario:

  1. Que bello Susana, que feliz se pondrá Nuestra Madre del Cielo con tanto amor.

    Dios te bendiga.

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