sábado, 10 de octubre de 2020

El grito de Bartimeo (Mc 10,46-52)


El mundo de Bartimeo

sólo tinieblas tenía

y clamaba limosna

a quien ni siquiera veía.

 

Rumor de pasos y voces

en sus oídos crecía

se acercaba mucha gente

y él no comprendía.

 

A la vera del camino,

a un costado de la vida,

Bartimeo no sabía

Quién era el que venía.

 

Entonces una voz cierta,

como el sol de mediodía,

le dijo:” ¡Grita, Bartimeo,

el mayor grito de tu vida!

viene Jesús, el Nazareno,

la profecía cumplida”.

 

Y sin saber Bartimeo

que era la voz de María,

gritó fuerte y claro

el mejor grito de su vida.

 

“¡Jesús, Hijo de David,

apiádate de mí!”

el ciego suplicaba,

Jesús se detuvo allí.

 

“¿Qué quieres que haga por ti?”

oyó Bartimeo asombrado,

¡Oh voces celestiales

las que le habían hablado!

 

“Ver, Maestro, ver”

fue un sollozo ahogado,

“Pues vé, Bartimeo,

tu fe te ha salvado”.

 

Y ese grito sigue siendo

puerta de tantos milagros

y que mejor que gritarlo,

María, bajo tu manto.

                                              María Susana Ratero

susanaratero@gmail.com

3 comentarios:

  1. Muy lindo comentario, Susana....me gustó mucho. Dios le ha dado el talento de la poesía y narración. Siga poniéndolo al servicio de Dios y de sus hermanos.Le mando mi bendición sacerdotal.

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