miércoles, 22 de febrero de 2012

María y la morada de Jesús…. (Juan 1,35-39)

  

 Después de haber escuchado la lectura de la Misa, en la que dos discípulos de Juan Bautista se acercan a Jesús para seguirle, me he quedado meditando en las circunstancias de lo ocurrido….
  Le preguntan ¿Dónde moras? y a la invitación del Maestro “vengan y lo verán” ellos responden siguiéndole “fueron pues y, viendo donde vivía, se quedaron con El”…
   Este detalle, de que recién  después de “ver  donde vivía” deciden quedarse con El, me ha llegado al alma, pues se que al llegar a la casa de Jesús, te hallaron, Madre….
   Hace varios días que esta escena da vueltas en mi corazón y aunque mucho te he preguntado acerca de ella, no he llegado a encontrar respuesta…. Segura de que sacaras de mi pedido el mejor fruto, te digo en oración: “Madre, si tu quieres que escriba acerca de esto, pues asísteme, porque yo no veo más que asombro de mi parte ante la belleza de la escena, pero no puedo traerla a mi propia vida, a mi deseo de servirte…”
   Y, como siempre, no te haces esperar… en un claro de la tarde mientras miro la arboleda del patio de mi casa, me invitas a vivir contigo ese momento…
   Mi corazón se trepa al tuyo y te sigo, en la plena confianza de que hallare respuesta…
   Me conduces al lugar donde estás viviendo con Jesús, al que pronto llegará con sus discípulos…
   Es un lugar sencillo y sin nada de lujos, pero se respira en él una paz infinita. Todo allí está en orden y se nota tu trabajo, María…
   Cuando llegamos te apresuras a atenderme como la más distinguida de tus huéspedes…
-          ¿Cómo estas hoy hija?, cuéntame- me dices porque quieres que aprenda a escucharme y discernir entre el camino que lleva a tu Hijo y los otros….
-          Pues, no dejando nunca de pedirte me alcances la serenidad del alma, esa paz profunda aun en medio de las tormentas, esa paz que me hace ver el faro y el camino aun en medio de la borrasca, para que ésta no me trague… Gracias por escuchar mi oración de estos días, pues sabes que esta escena en la vida de Jesús me ha llegado mucho, pero no logro hallar manera de sacar de ella frutos para mi vida y la de mis hermanos….
   Mientras me sirves delicadamente algo para comer y beber, me siento casi en el Paraíso… me tratas con tanta dulzura, me escuchas, me enseñas, me consuelas, me muestras caminos… jamás me dejas sola….
   En tanto disfrutamos juntas de los alimentos, que tienen un inequívoco sabor a ti, se escuchan las voces de Jesús y los dos futuros apóstoles…
-          Madre, allí vienen, ¿Qué hago?
-          Pues nada hija, tú sigue allí, que ellos no te verán, este es un viaje del corazón…
   Confiando plenamente en tus consejos no me muevo de mi sitio. Jesús hace su entrada y siento que me tiembla el alma ante su belleza, serenidad y la fuerza de su presencia… dos hombres lo siguen.
-          ¿Ven? Esta es mi morada por estos días….- les dice el Maestro al entrar
   Los hombres se quedan mirando el sencillo lugar y, como no podía ser de otra manera, reparan en tu presencia silenciosa, María. Ven en este sitio mucho más que paredes y algunos muebles, ven un hogar seguro, un sitio donde saben podrán encontrar respuesta a todas las preguntas de su alma.
   Te apresuras  a atenderlos, María y les sirves algo de comer y beber. Ellos aceptan gustosos y disfrutan, junto a Jesús, del pequeño refrigerio. Se sienten atendidos y contenidos. Tu mirada y tu cariño les llega al alma. Jesús les empieza a hablar y ellos le escuchan con gran atención. El momento es tan fuerte para ellos…  la Eterna Sabiduría les muestra caminos y se brinda a ellos, dentro de un pequeño recinto, ordenado y fresco, siempre con sitio para quien quisiera ir. Con una mujer de exquisita prudencia y mirada de cielo, no por el color de sus ojos, sino por lo que estos dejan en el ama que se zambulle en ellos…. Así pues, luego de ver donde el Maestro vivía, los hombres toman la decisión….
-          Maestro, nos quedaremos contigo….
   Es como si ver el lugar hubiera sido el paso que necesitaban para seguirlo... y al llegar y ver en ese sitio a María ya no tuvieron dudas... porque cuando el alma se encuentra con María y siente su paz y ve que esa paz viene de Dios, el alma ansia quedarse allí, para aprender de Ella a  conservar esa paz....
   Me miras Madrecita y me pides nos vayamos fuera. Te sigo. Nos alejamos un poco del lugar y me preguntas:
-          ¿Has hallado la respuesta que buscabas?
-          Yo… lo siento, Madre, pero no la he hallado. Fue hermosa la escena, lo que viví, lo que vi, pero no sé cómo llevarla ahora a mi vida diaria… Ayúdame Madre mía a sacar el mejor fruto de lo que me has mostrado….
-          Hija querida, tienes que ir y tratar de que esta escena se repita muchísimas veces….
-          ¿Esta escena? ¿Cómo Madre? Discúlpame, pero sigo sin comprender  ¡Ay Madre, gracias por tu gran paciencia para conmigo!
   Me miras con infinita dulzura, como miraste a los amigos de Jesús. Esa dulzura que es como abrazo cálido al alma….
-          Te explicare. Esos hombres oyeron hablar de Jesús. Estaban en búsqueda. Se le acercaron y le preguntaron donde vivía. Jesús les trajo y ellos ya no quisieron irse…. Esto mismo pasa cerca de ti muchas veces. Hay  personas que están en búsqueda,  que oyen hablar de Jesús y necesitan un lugar para ir a encontrarse con Él. Tu parroquia es un perfecto  lugar para ese encuentro, ya que desde el Sagrario, Jesús les mira entrar….¿ Recuerdas como te sentiste atendida y contenida al llegar a la casa hace un momento?
-          Si Madre, bien lo recuerdo, fue un remanso de paz para mi alma, salí de allí con mucha paz…
-          Bien hija, lo mismo ha de sucederle a quien te pregunte donde puede hallar a Jesús. Deberás mostrarle que vive en tu parroquia, (además de en cada corazón que le quiera recibir)… tu hermano te seguirá para ver. Tienes que asegurarte de que tendrá una cálida acogida, un saludo, un abrazo, una palabra, un lugar… Debe ser tal el recibimiento, no por lo pomposo, sino por lo lleno de amor, que este hermano que hoy pregunta por Jesús, decida “quedarse con Él” luego de visitar tu parroquia….La parroquia no es solo el párroco, sino todos los feligreses que asisten a Misa y hallan en ella un lugar donde hablar con Jesús…. Tú eres parte de la parroquia. ¿Qué haces para que los nuevos hermanos que llegan se sientan con la necesidad de “ya no seguir buscando, pues han encontrado su lugar”? ¿Cómo te relacionas con los miembros de tu parroquia para que todos hallen amor y amistad, palabras y silencios que les vayan ayudando a caminar su propio camino hacia mi Hijo?
Si ves un hermano que no conoces y está llorando al final de la Misa ¿Pasas de largo? ¿Le dices una palabra de le ayude a poner su confianza en Jesús? ¿Le abrazas, aunque más no sea, para que en el silencio de un abrazo de hermana, sienta que no está solo frente a su dolor? Si haces estas cosas, por pequeñas que sean, si las haces siempre, no solo cuando te queda cómodo, o fácil…  si las haces aún cuando andas apurada, pues una sonrisa y una palabra amable se dice en un pequeño momento ( ¿Qué tanto te urge en el exterior para dejar a un hermano solo con sus lágrimas, o con su soledad? ) Entonces la escena bíblica ha de repetirse más veces de las que imaginas…Piénsalo, hija, piénsalo y medítalo en tu corazón…
   Me quedo asombrada ante tus palabras. Es tan cierto lo que dices. Muchas veces pase de largo o salí apurada de la Misa saludando solo a algunos. ¡Cuánto debo aprender de ti, Madrecita! Cuánto debo aprender de tu actitud ante los discípulos de Jesús. Era una actitud serena y silenciosa, sin ostentaciones. Pero era una actitud de cariño y compañía, de presencia, de saber que allí “había alguien”. Si Jesús había salido, podían esperarlo junto a ti, en la plena seguridad de que, mientras estuvieran contigo, seguro iban a hallarle.
   Me llevo este tesoro de tu enseñanza listo para poner en práctica en la próxima Misa, y para contarlo a mis amigos y que  ellos también te imiten, así, nuestra parroquia no solo tendrá abiertas sus puestas, sino también su corazón…..o mejor dicho, sus brazos, porque si bien el corazón de la Parroquia es Jesús, nosotros, los feligreses, somos sus brazos para recibir, a quien viene, con un abrazo, somos su voz, para predicar Su Palabra, somos su mirada, para dar serenidad, somos sus pasos, para acompañar a otros por el camino….
-          Inténtalo, hija, te aseguro te sorprenderás. No te decepciones por lo que algunas veces sentirás como falta de respuesta en el hermano. A veces la pena es grande y no les deja escuchar, a veces los tiempos de uno y de otro son distintos. Pero tu siembra, siembra siempre en tu parroquia y fuera de ella… y no esperes la cosecha, porque toda semilla lleva su tempo de germinación… Te ofrezco mi compañía en esta tarea. Llámame con tu corazón cada vez que la hagas y yo pondré lo que a ti te falta….
-          Gracias Madre!!!! Inmensas gracias… si, bien dices, sola no podría, pero si tú me acompañas, entonces sí podre…. Una duda, Madre, ¿Cómo te llamo para que vengas lo más rápido posible?
-          Estoy a la corta distancia de un Avemaría….
-          Es cierto Madre, es cierto…. Un Avemaría para llamarte es como ir a refugiarse bajo tu manto y llegar, así, protegida, enseñada y cuidada…. Sé que te llamare muchísimas veces… sé que en cada llamada estarás  conmigo….
   Volvemos a la arboleda del patio de mi casa, me quedo con el alma llena de asombro, gozo y muchas ansias de poner en práctica tu sencilla pero profunda enseñanza….


   Hermano, hermana, que has venido conmigo en este viaje al Corazón de María… Ella cuenta con tus brazos, con tus palabras, con tus pasos, para recibir y acompañar a cada hermano que llega…cuenta contigo y con cada miembro de tu parroquia, ya sea que tenga cargos en ella o sea un simple feligrés. Así, la escena bíblica se repetirá tantas veces como corazones generosos estén dispuestos a ser canal del amor de María por sus hijos, que no es otra cosa, que el amor de Jesús por cada uno de nosotros…

María Susana Ratero
NOTA de la autora: "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón  por el amor que siento por Ella.”

1 comentario:

  1. Gracias Susana con tu pensamiento yo tuve la oportunidad de estar cerca de María que maravilla que viaje queda guardado en mi corazón
    Que nuestra Madre nos bendiga
    Rosa maría

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