viernes, 10 de junio de 2016

¡Oh Jesús Sacramentado, oh mi Amor olvidado!...


En tu gloriosa Ascensión

tu promesa me has dejado:
Que estarías conmigo
hasta el tiempo  consumado.

Y por mi amor te has quedado
esperando en el Sagrario,
inmenso mar de soledad
que, por mí, has navegado.

Tan desolada espera
que te he regalado,
tanta suma de olvidos,
no caben en un Sagrario.

No hay quejas ni reproches
en tu silencio sagrado,
sólo tu inmenso Amor
por el mío esperando.

¡Oh, Jesús Sacramentado,
oh, mi Amor olvidado!,
¿Cómo he podido dejarte,
tanto tiempo abandonado?

Por cosas que ni recuerdo
no te he visitado,
ni siquiera en pensamiento
ante Ti me he postrado.

Triste escala de valores:
lo terrenal antes que lo sagrado,
eligiendo caminos
que llevan a ningún lado.


Hoy te pido una gracia
¡Oh, mi Amor Sacramentado!,
desde el Corazón de tu Madre
que jamás te ha olvidado.

Pues, de todos los Sagrarios,
fue el primero, el más amado,
virgen Corazón de Madre,
arrullo, caricia y canto.

Con la fidelidad de Ella,
¡Oh, Señor de los altares!,
de rodillas yo te adore
la vida que me restare.

Y entender, al menos algo,
de este Amor enclaustrado,
entre pequeñas paredes
que no pueden encerrarlo.

Y entendiendo te conozca
y conociéndote, ¡Oh Amado!,
quede extasiada mi alma
sólo con saberte cercano.

Que la prisa no me tiente,
ni me engañe lo mundano:
Eres el mismo Cristo
que caminó hasta el Calvario.

Por eso, ante tu Presencia,
el mundo se queda a un lado,
y rendida ante tus plantas
disfruto tu Amor, Amado.

                             Autora: María Susana Ratero
                            susanaratero@gmail.com
                            susanaratero@yahoo.com.ar

lunes, 2 de mayo de 2016

Metro a metro, por un alma

Poesía en homenaje 
al Pbro. José Gabriel del Rosario Brochero, 
argentino y cordobés,
que será canonizado el 16 de octubre de 2016, en Roma.
Hace más de cien años
llegaste a esta tierra serrana
José Gabriel del Rosario
“Señor Brochero”, que te llamaban.
Las altas y frías cumbres
no te amedrentaban,
fuego en tu alma era el celo
por la salvación de otras almas.
El paisaje, agreste y duro,
silencioso contemplaba
tu tranco lento, Brochero
en tu mula “Malacara”.
Altas cumbres escarpadas,
Brochero, las que cruzabas,
despacito, metro a metro
y tan sólo por un alma.
Eran altas las cumbres,
pero no más que las del alma,
y ahí subías Brochero
y esa fue tu gran hazaña.
Esas cumbres escondidas
ésas, que anhelabas,
no eran de piedra y yuyo,
eran las cumbres de un alma.
Y a tan alto destino
“Malacara” no llegaba
a otra cosa debías treparte,
cura  gaucho, para alcanzarlas.
Y el rosario fue tu mapa
y tu abrigo la Palabra,
así subías, Brochero,
y no te desanimabas.

Despacito, metro a metro
así llegaste a las almas,
qué difíciles esas cumbres
cuando estaban cerradas.
En la dura travesía
La Purísima te acompañaba,
pues  sabías, Brochero,
que no hay cumbre escarpada,
ni tormenta ni nevada,
que le impidan a María
besar las cumbres de un alma.
Al  llegar a esa cumbre,
que era un alma que esperaba
la redención del Señor,
tantas veces anhelada,
plantaste en ellas banderas
de conversión y esperanza.
Y por esas cumbres trepadas
vos llegaste a la más alta,
a ésa que desde antaño
el mismo Dios te preparara.
Y hoy eres santo, Brochero,
y desde esa cumbre tan alta
eres mapa y camino
en la santidad de otras almas.
Te pido la gracia, Brochero
de no perder la confianza
sabiendo que metro a metro
se sube despacio al alma.
Y en ésta que me fue dada,
allá en la cumbre de mi alma,
sea yo también camino
de conversión y esperanza.

María Susana Ratero
susanaratero@gmail.com

martes, 18 de agosto de 2015


Estos versos nacieron en mi corazón
 al observar una copia
 de la Sabana Santa 
que llego a la Iglesia Catedral
 de mi ciudad en estos días….. 
Así, sin título…
 solo unos versos…

                              17-8-2015                       
                                    (María Susana Ratero         susanaratero@gmail.com)



Permíteme Señora mía
unos simples versos
pues a la Sábana Santa
se le ha escapado un secreto

Ella guarda en silencio,
desde hace tanto tiempo,
marcas que no se ven
lágrimas que se escondieron

Al bajarlo de la Cruz
en tus brazos lo pusieron
y tus lágrimas acariciaban
aquel Rostro muerto

Tus brazos lo estrechaban
como cuando en Belén, pequeño
le acunabas despacito
para no alterar su sueño

Sus ojos no te miran
y no te ampara su aliento
yace entre tus brazos
Jesús, muerto

José de Arimatea
junto con Nicodemo
lo envuelven en la Sábana
que ha desafiado al tiempo

Ya no ves su rostro
sólo un blanco lienzo,
quien sabe por quién tejido
eso, también es secreto

Entre Su piel y tus labios
se impone un blanco silencio
que se bebe tus lágrimas
tus abrazos, tus besos…

Y allí quedaron por siempre
su Sangre y tus besos
entre los blancos hilos
de un misterioso lienzo

Tu silencioso dolor
es un grito de esperanza
que se funde en un abrazo
en la muda sábana blanca

Y fue el último abrazo
y fue el último beso
y la última caricia
que tus manos le dieron

y allí quedo en el sepulcro
cuando la piedra corrieron
Su Cuerpo y tu dolor
en una sábana, envueltos

Y aquel glorioso Domingo
donde venció a la muerte, la Vida
hubo una flor escondida
que un ángel se llevó al cielo

Eran tus lágrimas, Madre
eran todos tus besos
que Jesús te devolvía
en un abrazo perfecto

María Susana Ratero
susanaratero@gmail.com






martes, 19 de mayo de 2015

Con María, recordando a Mabel Spat

   Los que tenemos la dicha de conocer, en nuestro camino, almas generosas y sencillas, almas devotas y ejemplares, podemos decir que encontramos una brújula, cuyo norte es el cielo…
   Hoy, 19 de mayo de 2015, en la Parroquia de Luján, de Villa María, Córdoba, Argentina, recibimos la última visita de Mabel Spat, no ya caminando y con su sonrisa serena y pura, sino en su partida a la Casa del Padre…

   Y no puedo menos que mirarte, María Santísima, imitando a Mabel cuando te miraba, te cantaba, te daba a conocer…
Y me susurras al alma, Madrecita:
   - Has escuchado la lectura del Evangelio, hija, donde Jesús dice que si el grano no muere, no da fruto… y Mabel fue una semilla que, muriendo a sí misma, se tornó árbol frondoso donde hicieron sus nidos muchas almas….
   - Si, Madre, Mabel fue una mujer que ha dejado una huella imborrable en quienes la hemos conocido…
   -No te quedes sólo en el recuerdo, hija mía, no te quedes sólo en las lágrimas. Tú puedes honrar la memoria de tu amiga de una manera muy diferente y mucho más fructífera.
   -¿Cómo Madrecita?
   -Pues, intentando que su ejemplo de vida no quede sólo entre los que le conocieron; hablando de ella a quienes no tuvieron la dicha de conocerla… Pero, por sobre todo, hija mía, debes honrarla imitándola… Imitando su perseverancia, día tras día, semana tras semana, acercándose a la Parroquia y poniendo al servicio de los hermanos, los dones que Dios le había dado en el Bautismo. Mabel descubrió sus dones y no los enterró, sino que los repartió a manos llenas,  para gozo y alegría de tantas almas. Mabel se tomó el trabajo de decir al Señor: Aquí estoy, Padre, para hacer tu voluntad.
   - Sí, la recuerdo cantando alto y hermoso en las Misas, rezando el rosario con gran perseverancia y devoción, invitando a tantos a hacerlo. Hablándole a los niños de ese Jesús que los ama, siempre de tu mano, María… Porque Mabel nunca se soltó de tu mano… y te acompañó no sólo en el gozo de la Anunciación, diciendo “si” al Señor, como tú, sino que también te acompañó a Caná de Galilea, e hizo caso de tus palabras “Hagan todo lo que El les diga”. También estuvo contigo en la multiplicación de los panes, poniendo siempre su corazón en manos de Jesús para que El lo multiplicara a tantas almas hambrientas del amor de Dios….
  Sí, recuerdo los pasos de Mabel por la Parroquia de Luján y por la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, en Las Playas. Como lo dijo el Padre “Pepe” al hablarnos de ella hoy: “Decir Mabel y decir Parroquia de Luján es lo mismo; decir Mabel y decir catequesis es lo mismo”….
   - Cuánto me alegra que atesores estos recuerdos hija, pero aún te falta recordar algo más. Mabel acompañó a mi Hijo hasta el Calvario. Mi hijo compartió con ella parte de su cruz. Y así como Jesús, Mabel me miraba desde su dolor y yo confortaba su alma… Hoy, cuando cantaban en la Parroquia “Yo pongo mi esperanza en ti, Señor”… ten la plena seguridad de que acompañaban el canto de Mabel llegando a la Casa del Padre… Ella llegó con sus manos llenas y perfumadas por tantas obras buenas. Ella recibió la gracia de una frecuente Confesión y Eucaristía en los últimos momentos. Ella mereció la gracia de partir de este mundo con sus cuentas arregladas con Dios. Ahora Mabel sigue cantando “Santo, Santo” con el coro de los ángeles, así que, la próxima vez que vayas a la Parroquia de Luján, cuando el sacerdote diga: “Con los ángeles y los arcángeles, cantamos sin cesar el himno de tu gloria” ten la seguridad de que Mabel se unirá a ese canto.  Así, por la bendita Comunión de los Santos, tú rezas por su alma y ella reza por la de muchos, como siempre… ahora ya sin las limitaciones temporales de este mundo… ahora Mabel ve cara a cara a aquél por quien ofreció su vida, su esfuerzo, su alegría….

   El cortejo fúnebre parte, desde la Parroquia de Luján hacia el cementerio, mientras la Virgen Santísima camina serenamente con Mabel, por los jardines celestiales, hacia el abrazo perfecto con Jesus….
   Quise escribir estas líneas como homenaje a una mujer que, desde la sencillez de su vida, halló caminos de santidad. Desde su amor de esposa y madre, orando sin cesar por todos los que amaba, para que fueran santos, Mabel hizo la Voluntad del Padre.
   Si, ése es aún el deseo de Mabel, y por el cual sigue suplicando al Padre, que todos los que la hemos conocido seamos santos….
   Si tú, que lees estas líneas, has conocido a Mabel, me darás la razón. Si no la has conocido, que estas líneas sean para vos un canto de esperanza, un ejemplo de vida que nos dice que se puede alcanzar el cielo desde las pequeñas cosas, si ponemos en ellas todo nuestro amor y las dejamos siempre en manos de María, como Mabel lo hizo….
   Gracias Mabel, por tu ejemplo. Reza por nosotros, querida amiga, que tu oración será canto agradable a Dios y su eco resonará por siempre en nuestra Parroquia de Luján y en la Capilla Sagrado Corazón de Jesús de Las Playas.
Maria Susana Ratero

Nota de la autora: este relato sobre Maria Santísima ha nacido en mi corazón por el amor que siento por Ella.

lunes, 18 de mayo de 2015

María, alza mis brazos en oración

   En la lectura de la Misa del  20 de octubre, se lee el pasaje del Antiguo Testamento donde Moisés  mantiene sus brazos en alto en la batalla, y así vence Israel, más, cuando los baja por el cansancio, el resultado le es adverso…, por ello, sus compañeros le sostienen los brazos hasta la puesta del sol…..
   Esta imagen de un hombre que alza los brazos a Dios y luego, por el cansancio y el agotamiento, se ve obligado a bajarlos, me ha dejado pensando, Madrecita….
   -  Los brazos levantados de Moisés son brazos en oración….. - me cuentas para que no se me escape ni una sola enseñanza- De la misma manera, hija mía, Yo sostengo tus brazos suplicantes, en la batalla espiritual de tu alma...

 - ¿Cómo haces eso, Madre?, es que, a veces,  no sé ni cuando he de levantarlos y también, muchas veces, se bajan a mi pesar….A veces, la respuesta de Dios se hace esperar, como dice el Evangelio: "suplica día y noche, el Señor escuchará, aunque haga esperar"… pero en esa espera los brazos se cansan de estar en alto, Madrecita…   Los tiempos de Dios no son los nuestros, aunque, sin duda, siempre son mejores, pero reconozco que no siempre se esperar "esos tiempos"….
   - El "levantar tus brazos" es un levantar tu alma en la oración, confiada, constante, serena….. Veo que muchas veces no logras descubrir los valiosos tesoros de la oración, por ello, la "dejas para más tarde", sin darte cuenta de que la oración ha de preceder todas tus acciones, para que éstas den los frutos que Dios tiene planeado para ellas…. En esos días, cuando te sientes demasiado cansada o triste para la oración, Yo sostengo tus brazos para que no se cansen, yo suplico por ti cuando ya no puedes, cuando tus labios no pueden pronunciar palabra yo pido por ti, en tu nombre, así, no sólo tus brazos estarán altos, sino más altos…. ¿comprendes hija?
   Qué hermoso es sentir que sostienes mis brazos, María, y que lindo eso de que no solo haces que estén altos, sino más altos…
    Oración perseverante y brazos levantados… oración confiada y unas Manos Purísimas sosteniendo mis brazos para que no se fatiguen, para que lleguen más alto, para que lleguen con su súplica al Corazón de Jesús, perfumados por tus manos María…                

   Gracias Madre, por enseñarme a descubrirte en cada palabra de la Santa Misa, como Madre y Maestra… como Madre  no quieres que tus hijos erremos el camino, como Maestra sabia  nos haces ver tanta sabiduría escondida…..
Hoy alzo mis brazos al cielo en agradecimiento, en súplica, sabiendo, confiada, que unas manos purísimas y amadas los sostendrán, para que no me canse, para que ansíe alturas mayores, alturas a las que sólo puedes acercarme tu, Señora mía y Madre mía...
María Susana Ratero
susanaratero@gmail.com
NOTA de la autora: Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón por el amor que siento por Ella.






Madre, llegué tarde a Misa


  Hoy es Miércoles Santo… como creí que el horario de Misa cambiaba recién después de Pascua, llego a la  Catedral de mi ciudad, a las ocho.
  Al entrar, noto que el coro canta una canción conocida, para después de comulgar…
  "Habrán cambiado algo" razono, intentando acomodar la realidad a mi comodidad.
  Pero luego llegan a mis oídos las palabras de la Bendición y despedida
¡Estaba terminando la Misa! ¡Había llegado tarde!!!
   Miré a los hermanos que estaban cerca y pensé "Tienen a Jesús en su corazón… ¡Han comulgado! Y yo llegue tarde…"
   De bien poco me sirvieron todas las consideraciones que mi inteligencia intentaba hallar, a los manotazos…
   De bien poco me sirvieron… era tarde…
   No había Comunión para mí. El Sagrario estaba cerrado…
   Y las puertas cerradas del Sagrario me llevaron a pensar en otras puertas. Puertas eternas, que quizás un día, por mi culpa, pudieran cerrarse para mí. Y me vienen los versos de Fray Pedro de los Reyes…
"¿Yo para que nací? Para salvarme.
Que tengo que morir, es infalible.
Dejar de ver a Dios y condenarme,
triste cosa será, pero posible.
¿Posible? ¿Y río y duermo y quiero holgarme?
¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago? ¿En qué me ocupo? ¿En qué me encanto?
Loco debo ser, pues no soy santo….
Es así, puede ser  que ese "No ver a Dios y condenarme" se torne en una gran puerta cerrada, detrás de la cual, como en el Sagrario, estará
Jesús.
   De bien poco me servirán entonces las consideraciones, excusas y demás razones que tuve para "llegar tarde" en el último día…
   Pero ¿Qué es llegar tarde?, te pregunto, Madrecita…
 - Es no aprovechar el tiempo en que las puertas de la Misericordia aún están abiertas para ti. Es hacer caso a las "razones", excusas, comentarios, que te llevan a no considerar lo que realmente hace el pecado en tu alma y a no poner el remedio que Jesús te dejó mediante el Sacramento de la Confesión
   ¿Cuántas veces pasé de largo ante un sacerdote que estaba confesando? ¿Cuántas veces?  Cuando sentí mi alma turbada por las tentaciones o los caminos mal elegidos, no acudí a un sacerdote para que me enseñase a ver la luz verdadera entre tanto encandilamiento engañoso o en medio de la "noche oscura", o de la tormenta del alma
   Preferí  auto convencerme con argumentos rebuscados, que no dieron paz a mi alma..
   Como Dios es tan "sumo bien" que hasta de lo malo (o triste, o penoso) puede sacar buen fruto, hoy, termino recibiendo la Bendición al final de la Misa, con alegría… y aún sintiendo en mi alma la sed de esta Eucaristía no recibida, siento que me has enseñado, Madre querida, una valiosa lección:
   - Aprovecha tantas veces como puedas los brazos abiertos de la Misericordia de Jesús, la puerta abierta de su Amor, porque si la hallas cerrada no ha de ser por carencia de su Misericordia, que es abundantísima…sino en razón de su Justicia. Recuerda que la llave de la puerta de la Misericordia de Dios es tu arrepentimiento- y tus palabras serán fuerte raíz en mi corazón… 
   Justificar mi negligencia pensando "total, Dios es Misericordioso…" es lastimar su corazón, porque Dios es Misericordioso, no ciego…
   Salgo del recinto con el alma serena, aun en medio de la pena de no haber podido recibir a Jesús… salgo con una profunda enseñanza, con una impresión clarísima de lo que sería la angustia de "llegar tarde" en el último día y, al mismo tiempo con la alegría de saber que la Misericordia de Dios pone a mi alcance un medio maravilloso como es la Confesión…y aún cuando no encontrare ese medio, cuando por alguna razón lo sintiese lejano, sé que bastará a mi alma llamarte, Madrecita, pedirte que me guíes hasta la confesión, en la plenísima seguridad de que lo que parecía lejano se tornará cercano, lo que parecía difícil, será sencillo y mi alma disfrutará el regalo de la Misericordia Divina antes de que las puertas se cierren, para siempre…..
María Susana Ratero
susanaratero@gmail.com
NOTA de la autora: Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón por el amor que siento por Ella.

María, el rico Epulón y el pobre Lázaro

    En estos días se ha leído, en la Santa Misa, la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro. Sé que contiene enseñanzas que aún no he descubierto. Y, como siempre, me acerco confiada a mi Madre, sabiendo que Ella está pronta a responder, siempre….

   - Madre querida-, susurro mientras pedaleo en la bicicleta en una serena tarde de abril….-quizás no sea este el mejor momento para preguntarte acerca de la parábola que Jesús nos enseñó…
   - ¿Por qué crees que no es el mejor momento?- preguntas a mi corazón, María, pues siempre vienes cuando te llamo… y cuando no te llamo también….
   - Es que…-y las palabras se me vuelan ante tu ternura- es que… quizás hubiera sido mejor en la parroquia, pero… bueno, hoy se me complicaron las cosas y no pude acercarme…- y me quedo triste porque no sé si estas palabras alcanzan… porque aunque sea una visita con mi corazón podría haberte regalado.
   Sabiendo que lees mi corazón y que tu misericordia sobrepasa infinitamente mis faltas, te acercas a mí y susurras…
   - El rico Epulón y el pobre Lázaro ¿crees que ellos se han quedado encerrados en esa parábola?
   - No te comprendo Madre…
   - A ver... – y tu ternura de Madre se perfuma de paciencia para mí- ¿Crees que Lázaro y Epulón solo viven en esa parábola?
   - No lo sé, nunca me lo pregunté.
  - Pues esa es la primera pregunta que debes hacerte para comprender. ¿Te has sentido Epulón alguna vez? Vamos, vuelve sobre tu historia y revisa….
    Y mi corazón mira hacia atrás y… sí… muchas veces fui Epulón, demasiado feliz en mis propios logros y sin tiempo para visitar esa señora amiga que ya no puede caminar… aún recuerdo sus palabras por teléfono y mi promesa de visitarla pronto…Pero estaba demasiado ocupada en mí misma. También mi corazón se vistió como Epulón cuando me encontré en el hospital con mi amiga de la infancia y sólo le hablé de porque YO estaba allí… luego me despedí…. Al rato, alguien dentro de mí me preguntó: ¿Porqué Alejandra habrá estado en el hospital?.... y allí recordé que, ocupada en mi propia historia, no le pregunté por su salud… y me viene al alma su rostro delgado y la mirada de su madre y su hermana.
   Y la respuesta duele, Madre querida...
   - Sí, Madre, muchas veces me alimenté en el banquete de mi propia vanidad… y no cayeron de mi mesa palabras de cariño para nadie…
   Y solo puedo llorar, y no me atrevo a caminar más atrás mi historia, porque sé lo que voy a hallar….

   - Tu riqueza son tus dones, hija querida. Tú eres un alma enriquecida en el Bautismo y en la Confirmación. El Espíritu Santo te ha dado sus dones, que son riquezas eternas, pero no te pertenecen... Tus manjares pueden ser: tu comodidad, aunque simple, tus excusas… que te envuelven el alma y no te dejan desplegar las alas de tu riqueza interior… Y siempre hay un Lázaro que te tiende la mano, un Lázaro que necesita de tus dones, de tus palabras, de tu oración, de tu caridad…. Lázaro, hija, Lázaro… ¿no te recuerda a ti misma cuando te sentías pobre y necesitada? ¿Cuándo los caminos se desdibujaban y la noche no tenia luna ni estrellas? También eres Lázaro suplicando a tus hermanos aunque sea algunas migajas de sus propios dones…
    Y me dejas pensando, Madrecita.. Epulón no es un personaje tan lejano a mi vida, de hecho, muchas veces he ocupado su lugar, no en lo material sino en las riquezas de mi alma…. Y también he sido Lázaro, que suplicaba a sus hermanos y muchas veces he hallado almas generosas que, lejanísimas de Epulón, han calmado el hambre y la sed de mi alma….
   - Gracias, Madre querida, por acercarte a mi corazón y enseñarme que hay riquezas eternas por las que deberé rendir cuenta... y hay Lázaros suplicantes a mi alrededor…. Como, al mismo tiempo, soy Lázaro tantas veces estirando la mano buscando la caridad de mi hermano, en una sonrisa, en una palabra de afecto, en una compañía silenciosa….
   Epulón y Lázaro siguen caminando entre nosotros. Epulón, para que el orgullo y la vanidad no me ciegue y me crea segura en mi camino hacia Dios… y Lázaro para recordarme que soy pobre y necesito de la Misericordia de Dios en cada paso, en cada dolor, en cada alegría….
 María Susana Ratero
susanaratero@gmail.com
NOTA de la autora: Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón por el amor que siento por Ella.
   






domingo, 17 de mayo de 2015

María, y una súplica en la Misa

   "No tengas en cuenta nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia…." esta súplica la he escuchado tantas veces, en tantas Misas… pero nunca le presté la debida atención… tristemente para mí, la dejé pasar como una frase más, un pedido más….

   Por la infinita Misericordia de Dios, que quiere que ninguno de sus hijos se pierda, hoy me detengo en ella y muchas preguntas surgen en mi corazón….
   - ¡Oh Señora! Tan pequeña soy y aun así me atrevo a unir mi corazón a las súplicas del sacerdote, pidiéndole al Padre "no tenga en cuenta mis pecados"   Oh Madre, le pido que no los tenga en cuenta… pero ¡han sido mis pecados, más que el látigo, lo que lastimó al Señor el día de su Pasión!!!… mis pecados le hicieron sangrar el corazón y la piel y, aun así, me atrevo a pedirle "no los tenga en cuenta", y voy mas allá, le pido que, en lugar de mis pecados, tenga en cuenta mi fe… Pero Madre ¿Cómo ha de ser mi fe para que el Señor, al verla, olvide mis pecados? Ciertamente, Madre, creo que mi fe dista mucho de ser suficiente para obtener del Padre un olvido, inmerecido, de mis faltas… Oh Madre cuán grande y profunda ha de ser mi fe- te pregunto y la pregunta es también súplica de caminos…
   - La fe que logra ese milagro, hija, no es fruto de tu propio esfuerzo, esa fe es gracia derramada en tu alma, es fe que te es dada, gratuitamente, es don, porque el don es regalo, esa fe es hija del silencio y la entrega  mansa y confiada a la Voluntad del Padre.
   - Madre ¿Cómo llego a esa fe? ¿Por qué caminos?
   Y tu Corazón lleva al mío cerquita de Jesús… tu Corazón lleva al mío a cada Sagrario que hay sobre la tierra y el Maestro pronuncia, para mí, palabras de vida eterna: "Pide al Padre.. Señor aumenta mi fe…"
   - La fe que, cuan pequeño grano de mostaza puede mover una montaña, sólo puede tener  perfume de aliento sagrado, aliento que llega al alma luego de la súplica….Además, ten en cuenta un detalle no menor, la súplica dice "no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia….." Hija, no habla aquí solo de tu fe, sino de la de toda la Iglesia…
   - Ayúdame a entender, Madrecita
   - Al ofrecer al Padre la fe de toda la Iglesia, se ofrece  la fe de todos, sumada, multiplicada, sostenida la de unos con la de otros.. Las sequedades de unos se compensan con el fervor de otros….Ha de ser gran alivio para tu alma saber que tu fe no está sola frente a tus pecados, sino que te sostiene la de la Iglesia… tu fe es sostenida por la de tus hermanos, y al mismo tiempo la tuya sostiene la de otros…
   - Señora, mi fe nunca podrá ser tan grande como Jesús merece que sea, pero te pido que sea todo lo grande que mi capacidad permita…. Que no quede, de mi parte, ningún esfuerzo, ningún intento sin realizar, para llegar a esa fe profunda, serena, alegre, que es alimento del alma….

    Que inmensa es la Misericordia de Dios, que acepta tal pedido y lo responde….
   Pensar que tantas veces escuché esa frase de labios del sacerdote…pero nunca me detuve a considerar tal pedido… la inmensa distancia entre quien ofende y el ofendido… y aun así, quien ofende se atreve a suplicar no le sea tenida en cuenta su ofensa….
    Cada palabra, cada súplica que se dicen en la Santa Misa, son de una profundidad y un valor tan grandes, que cuando el alma va desgranando cada frase, saboreando  cada palabra, no puede menos que llenarse de asombro y alegría, por saber que llega al Padre, por medio de Jesús, con las palabras adecuadas, las súplicas precisas, los ofrecimientos más dignos….
    Te suplico, Madre Santísima, me alcances la gracia de valorar y descubrir tantísimos tesoros y secretos que encierra la Santa Misa…, para que ansíe con más intensidad participar de ella, para que la viva y la disfrute con el mayor fervor posible, sabiendo que gracias exquisitas llegarán a mi alma, que nunca una Misa es igual a otra, aunque se repitan las mismas palabras… como no es igual, para una madre, cada beso y abrazo que le da su hijo… de la misma manera, en cada Misa podemos ofrecer un corazón nuevo, un corazón con mejores intenciones, y sentir que Jesús nos abraza con un abrazo nuevo, único, distinto, en cada Eucaristía… así, aunque me sienta la más pecadora del mundo, podré pedirle confiada "no tengas en cuenta mis pecados, sino la fe de tu Iglesia.."


 María Susana Ratero
susanaratero@gmail.com
NOTA de la autora: Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón por el amor que siento por Ella.




Mis Libros, para DESCARGAR GRATIS