domingo, 17 de mayo de 2015

Con María, esperando a Jesús



   En razón de mi salud, hace tres semanas que estoy lejos de la Santa Misa…. Y mi corazón ha comenzado a extrañar al Maestro…
  - ¿Qué extrañas hija mía?
 - Pues… extraño a mi Señor… extraño el alimento que recibía mi alma, en la Palabra primero y luego en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús, extraño su abrazo, ese abrazo que me hace sentir tan amada, ese abrazo que espanta soledades y penas y es apenas un atisbo del gozo de la eternidad…..
   - ¿Qué enseñanza deja en tu alma este sentimiento?
   Me quedo en silencio, no sé si no comprendo o si no quiero comprender…. La Misa del domingo era ya costumbre del alma… y no la había valorado en su real dimensión…. Cuando me falta, ahora, pienso en la última Misa y lamento no haberla vivido con más intensidad….
   - No supe atesorar los regalos del alma que recibí en la última Misa, Madre….
   - Puede que sea eso y puede también que sea un aprender del alma… Mi Hijo está tratando de enseñarte algo ¿Por qué cierras tu corazón?
    Y es así…. Tratando de ver las cosas a mi manera, no me dejo instruir por el Maestro… pero cuando Jesús quiere enseñarnos algo, no lo frenan nuestras débiles murallas….
   Y allí te quedas, en silencio, María… en silencio…. Pues sabes que cuando llegue el momento te he de buscar.. Te quedas, como siempre, a la corta distancia de un Avemaría…

   Me comunico entonces, telefónicamente, con la señora Ada, que es ministro de Eucaristía en mi Parroquia, para pedirle que, hoy sábado, me traiga a Jesús…. Quedamos en que vendría entre las 16 y las 17….
   No estoy sola en casa, sino que me acompaña mi hermana, para asistirme…. Mi habitación está casi ordenada, pero aun faltan detalles…. Pero es de mañana, y la señora Ada recién vendrá a la tarde…. Aún hay tiempo….
    Por un momento mi hermana sale a realizar unas compras y me quedo sola. Tocan a la puerta y me dispongo a abrir, pensando que mi hermana había olvidado su llave…
   Pero no era ella… sino… ¡La señora Ada que traía a Jesús Eucaristía!!!!!!…
   Vino así, de improviso, sin avisarme, pues le surgió un imprevisto en la tarde y no quiso dejarme sin comulgar…
   ¡Qué momento, Madrecita querida, que momento!... Ese instante, en el que la señora Ada me saluda, fue tremendamente largo…
     -¿Ves hija? Así, de improviso, así llega Jesús, así ha de llegar a ti en el último día…- susurras a mi alma, Madre, para que vea un poco más allá….
   Sin atinar a buscar una respuesta aceptable dentro de mi corazón, me dispongo a recibirla en el comedor de casa tratando de disimular mi sorpresa… Una visita que llega antes de tiempo y no halla la casa todo lo ordenada y hermosa que me hubiese gustado...… y como había yo pensado prepararme desde la tarde, pues, no había hecho ese “silencio interior” tan necesario para vaciar de tantas cosas el alma y hacer espacio al Señor….
   No estaba preparada ni externa ni internamente para la visita….
   - Este hija, es un aviso… un aviso de amor… eres avisada porque eres amada…. Tenlo en cuenta, aprende...
    Jesús me encuentra adormecida, como las jóvenes del Evangelio que se quedaron sin aceite en sus lámparas. Su Misericordia y su ternura suplen inmensamente mi falta…  Mientras la señora Ada dispone lo necesario para la recepción de la Eucaristía, con las debidas disposiciones externas, mi alma se llega hasta tu Corazón, Madrecita, para suplicarte me asistas en este apuro….
   - Hija queridísima… Este apuro que siente tu alma ahora es, como te dije, un aviso…. Aprende de él… Ahora, la Misericordia de Dios te regala este momento para llegarte a mi Corazón y ponerte en oración, hacer silencio del alma para recibir a Jesús…. Pero habrá una visita, la última, que será, quizás, sin aviso y en la que no tendrás tiempo de prepararte… tal como te encuentres, partirás de este mundo…  Te digo "quizás" porque a muchos les es dado el tiempo de prepararse, a través de situaciones de salud… tiempo que, tristemente, no todos aprovechan….
     - ¡Ay, Madrecita…!!!!! ¿Qué se hace, entonces? Digo, si no sé el momento en que he de ser llamada de este mundo, ¿Cómo puedo prepararme? ¿Cómo tener mi alma en condiciones de recibir a Jesús, sin pasar este apuro, o mucho mayor seguramente?... Digo, porque ahora tu me asistes, me dejas estar en tu Corazón y allí poder recibirle, pero… si me halla sin preparación, en el último instante ¿Qué he de hacer? Asísteme, Madre, por caridad!!!!
   - Cálmate, querida mía… tienes al alcance de tu mano los medios que necesitas para tan delicado momento…. Tienes el Sacramento de la Confesión….
Tienes también la Unción de los enfermos…. Jesús no deja a nadie solo, o con medios inalcanzables… Haz cuanto esté de tu parte por mantener tu alma en estado de gracia, a través de la Confesión y la Eucaristía, ten en cuenta que en la Confesión no sólo se te perdonan tus pecados sino que te es dada la gracia para no cometerlos en el futuro, al menos para ir, lentamente, quitando del alma las muchas inclinaciones al pecado. Es doble la ganancia en la Confesión….  La preparación es interior, diaria… es ese deseo de limpiar el alma de tantas cosas pesadas e inútiles, que no la dejan remontar vuelo hacia realidades eternas…. de tantos sentimientos que la opacan y la tornan impresentable ante su Señor…. Te advierto, que no has de esperar lograr esto sola, con tus propias fuerzas… sin la gracia es imposible… Lo que tu has de poner, de tu parte, cada día, es el deseo sincero de alcanzar ese grado de gracia y de gloria que Dios ha dispuesto para ti desde toda la eternidad… tu pon el deseo sincero, yo he de alcanzarte las gracias que necesitas…
Así, tu alma disfrutará cada día, cada momento, en la paz de Dios… sin temor alguno a la última visita del Señor, pues sabrá que ha puesto de su parte las debidas disposiciones…. En ese día, hija mía, estaré contigo, pues me lo pides en cada Avemaría "...en la hora de nuestra muerte"….
   Recibo a Jesús Eucaristía… me quedo en un agradecido silencio… Benditos sean todos los Ministros de Eucaristía que llevan a Jesús a tantos hermanos que le esperan con ansias, con amor, con esperanza….

   Gracias, Madre querida, por haberme ayudado a comprender, profundamente, esta enseñanza que Jesús quiso traerme con su visita….
   Te suplico me alcances la gracia de no olvidar este momento…. La gracia de poner en práctica tus sabias enseñanzas, nacidas del gran amor de Madre que me tienes y cuya finalidad es la salvación de mi alma… 
 María Susana Ratero
susanaratero@gmail.com
NOTA de la autora: Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón por el amor que siento por Ella.



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