domingo, 17 de mayo de 2015

María y la grandeza de un alma


    María Santísima, caminando hoy por la plaza, no puedo dejar de asombrarme de la perfección de la Creación. Cada árbol, cada flor, cada pájaro….
 El cielo azul y algunas nubes que lo adornan en una preciosa tarde de primavera…
    Y te llamo, y te suplico me expliques que debo aprender de tanta belleza….
    Y tu voz mansa llega a mi corazón suplicante…
    Mi alma. Me hablas de mi alma. De la de cada hijo tuyo…. De todas las almas…
   - Oh alma humana, para cuyo deleite han sido creadas las flores, los árboles, los perfumes, los pájaros, los paisajes…Oh alma humana ¿Crees, por ventura, que aquellos que han de servirte de gozo y alegría hayan sido creados más bellos que quien es la razón de su existencia? No, sin duda que no, no es el servidor más que su señor…
   Y me enseñas a llegarme hasta mi alma. Y las palabras nacen en mi corazón como una catarata, sin que pueda contenerlas:
   - Oh alma mía. Has sido creada más bella que los mas excelentes paisajes, más pura que el agua mas cristalina, más delicada que la más perfecta flor y tu perfume es infinitamente más exquisito que el que exhalan todas las flores en primavera... ¡Oh alma mía!¿Te ves ahora?¿En qué te has convertido?. Te miro, alma mía, tan salpicada de barro y suciedad, con tan amargos olores y tan triste apariencia. Y la pregunta me sorprende: ¿Qué caminos he caminado? ¿Qué pasos me han llevado a salpicarme de tan triste barro? Ni siquiera puedo recordarlos todos… Piensa, alma mía ¿Así has de presentarte ante tu Señor cuando venga a buscarte? “Aun falta mucho para eso” me dirás… ¿Acaso sabes tú el día y la hora que solo Dios “ha fijado y conoce”?  Dime, alma mía, cuando alguien sabe que un gran señor ha de venir a visitarle ¿No deja impecable su casa por dentro y por fuera?...¡¡¡Ah, pero tú no!!!! Tú embelleces, o te esmeras exageradamente en embellecer, solo el jardín. Pareces un sepulcro blanqueado. Hermosa por fuera, mas, por dentro, llena de gusanos y podredumbre. ¡Oh alma mía! ¿No es una insensatez que, siendo más bella que lo que tu mejor sueño pueda soñar, te empecines en quedarte pordiosera y miserable? Oh alma mía, más bella que las bellezas del mundo todas juntas, busca conservarte en estado de gracia, para que tu belleza sea alegría de los ángeles. Si supieras cuan bella eres estando en  gracia de Dios, si tan solo imaginaras cuan extraordinaria capacidad de resplandecer te ha sido dada, no dudarías, como dudas tantas veces, en hacer lo que esté de tu parte para conservar tal estado…
   Y me sorprendo con mis propias palabras…. Y te busco en el hermoso paisaje, para que me asistas, para que no me dejes seguir errando caminos….
   - Hija querida, me alegra que puedas caminar hacia tu interior, en ese viaje tan difícil y tan necesario, un viaje donde los paisajes aparecen de pronto, sin aviso y no siempre son los esperados…. Un viaje hacia paisajes que pueden ser cambiados, esta es la maravilla de la Misericordia de Dios, Él puede cambiar los paisajes de tu alma, siempre que tu lo desees, siempre que tu lo pidas con sinceridad….
   - ¿Cambiar los paisajes, Madrecita?... En verdad que eso sería hermoso, no han sido bellos sitios los que he visitado en este viaje interior….
   - Hija mía, los sitios eran bellos cuando fueron creados, luego, el pecado los fue deformando, manchando, lastimando… pero ¿sabes? El pecado no puede jamás alterar la esencia del alma…. El pecado puede ensuciarla, afearla, pero jamás puede modificar lo que es, ni el destino para el que ha sido creada, que es Dios mismo…. Has sido creada para Dios, cada persona ha sido creada para Dios, y no importa cuánto el pecado se esfuerce en deformar y querer torcer el alma,  no podrá alterar su esencia. El alma siempre conservará intacta la capacidad de arrepentimiento. Y esta capacidad es la que le permitirá esperar con aquella "esperanza que no defrauda" el momento en que recuperará sus paisajes, volverá a ver brillar sus flores, que son sus dones, renacerán sus manantiales, que son las gracias y virtudes que la adornan…
   - Madre, que alivio es saber que no hay alma que esté fuera de la esperanza… Jamás nadie podrá comprender plenamente la profundidad de la Misericordia de Dios… pero, Madre ¿Cuánta distancia ha de recorrer mi alma llena de pecados para recuperar su frescura y pureza original?
   - Muy simple, hija, la distancia que te separa del Confesionario…. El Sacramento de la Confesión es tan profundo, tan inmenso, que solo en la otra vida podrás comprenderlo en su total dimensión… Es tanto el bien que recibe el alma en este Sacramento que si lo conocieras, no dudarías en frecuentarlo asiduamente… No sólo te son perdonados tus pecados, en un acto de amor generosísimo, sino que te es dada la gracia de fortalecer tu alma para vencer las tentaciones … Tu alma sale del Confesionario, si has hecho una confesión con las debidas disposiciones, en estado de gracia, bella, limpia, perfumada, lista para recibir a Su Creador….
   - Madre, me temo que no siempre soy capaz de realizar mis confesiones "con las debidas disposiciones"… a veces me cuestan los pasos, no veo mis evidentes pecados… y postergo demasiado la frecuencia de la confesión…. A veces me siento, en este punto, como sin caminos…
   - No dudes jamás en acercarte a tu sacerdote y plantearle la situación de tu alma… una y otra vez, él te irá guiando, lentamente y con seguridad para que aproveches, en cuanto de ti dependa, este Sacramento en toda su profundidad… No te quedes sola, no cierres tu corazón… ven siempre a buscarme y te acompañaré en cada Confesión, para que disfrutes plenamente de la Misericordia de Dios que ansía curar tus heridas, mostrarte caminos, aliviar tus pesares….

   Sigo caminado en la plaza de mi ciudad… las flores parecen más hermosas, el cielo parece más azul, tengo el alma llena de gozo por este momento compartido contigo…
   Gracias Madre, por enseñarme a través de las cosas simples, por acercarte a mí en todas las horas, por acompañarme en el camino para que mis pasos no erren….
   Gracias Madre… tú eres la Llena de Gracia, tu alma resplandece en el cielo como uno de los más hermosos tesoros de Dios…. Tu alma que se brinda como espejo para que la mía, pobre y pecadora, empiece a buscar reflejarse… empiece a imitarte, aprenda a seguirte, en la plena seguridad de que, cuando llegue el final del camino, si he ido de tu mano y seguido tus consejos, mi alma brillará como la mañana más hermosa, tendrá los perfumes de todos los bosques y la música de todos los ríos…..

   Hermano mío que me acompañaste por la plaza mientras leías este relato,  no temas caminar hacia tu interior, no te asusten los paisajes tristes que puedas hallar… recuerda que Jesús nos ha dejado un Sacramento bellísimo que devuelve al alma su frescura y suavidad…  que María te acompañe a disfrutar todos los abrazos de amor que Jesús tiene para ti, esperando, en el Confesionario de tu Parroquia….
María Susana Ratero
susanaratero@gmail.com
NOTA de la autora: Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón pr el amor que siento por Ella.

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