lunes, 4 de julio de 2011

Con María y un Sagrario vacío

   Es viernes Santo. Luego de la Adoración, el sacerdote toma entre sus manos el Copon, donde está tu Hijo, Madre querida. Yo, en mi gran ignorancia, creí que lo llevaría al Sagrario, pero no, Madrecita, no, se lo lleva fuera del Templo.
   Nunca antes había tenido en cuenta este acto, Madre, pero por tu Misericordia me haces vivirlo con toda la intensidad de que es capaz mi pobre alma…
   Y mi corazón quiere gritar: “¡No se lo lleve, por piedad, no se lo lleve!”, pero me refugio en tu Corazón, Madre. Y lloro. Lloro largo rato, y digo, como la Magdalena “¡Se han llevado a mi Señor y no se donde lo han puesto!”
   El paisaje es tan desolador como la tarde del Calvario. Muchas veces pensé cómo habrá sido aquella soledad… y ahora... Ahora me la muestras, María, ahora me la muestras…
   ¡Oh desolada desolación! ¡Oh tristeza infinita! ¡Un Sagrario vacío! ¡Que desolación para el alma, Madre querida, que desolación!
   Oh Madre, en medio de esta soledad, mi alma comprende una frase que creí haber entendido, pero ¡Cuán lejos estaba de comprenderla! Ahora, con dolor, comprendo lo que significa “es pesadísima la cruz sin Cristo”… Si, Madre, pesadísima se me haría la cruz si Jesús no estuviese ya mas en el Sagrario….
-          En esta tarde, María, el Sagrario está vacío-repito una y otra vez…
-          Aún vacío, hija, tiene para tu corazón una enseñanza.
-          Ayúdame a comprender, María, por caridad
Y ni siquiera está tu imagen en el altar, Señora mía. Pero sé que estás muy cerca de mi corazón.
   - Hija, Jesús ha sido retirado hoy del Sagrario. La pequeña puertecita abierta es signo de que espera su regreso en la Resurrección. Para que haya un Sagrario lleno, primero debió haber un sepulcro vacío. Un Sagrario lleno es el perfecto testigo de un sepulcro vacío-continuas, Madre, mientras mi corazón camina entre la pena y la esperanza…-Hoy te ha dado inmensa pena el verlo vacío y esa es una gracia de Dios a tu alma. Una gracia que te es dada para que aprendas, en la ausencia, a valorar la presencia.
   - Es cierto. Hoy me han quitado a Jesús del Sagrario y al Sagrario le han quitado el corazón, su razón de ser, su destino…Todo se ha tornado gris, sin luz, sin perfume… Si hasta los pájaros del jardín de la parroquia se han ido, por no tener ya a quien cantarle….
   Y te quedas en silencio, María, junto al Sagrario vacío. Tú sabes que volverá. Tu Corazón tiene la misma certeza que aquel primer domingo de Pascua de Resurrección, cuando no fuiste al sepulcro porque sabías que El no estaba allí. Sabias que volvería a ti. Y ahora le esperas con la misma confianza, con las mismas ansias….
   -Pero, Madre…-y me quedo con los ojos bajos, porque siento vergüenza por tantas veces que Jesús me esperó en vano- Madre, ahora que he conocido la tristeza de perderle, no quisiera dejarle ya nunca solo en el Sagrario. Pero creo que eso es imposible para mí.
   - No tanto como crees, hija- suspiras y me abrazas y tu paciencia calma mi alma- Ven a verle tantas veces como puedas, aunque sea de pasada, cuando vas de compras, cuando pasas por una Iglesia en tus diarios quehaceres. Entra un momento, aunque sea solo un momento, y salúdale…
-          Pero, Madre, no siempre me dan los tiempos. Muchas veces me reclaman mis deberes. Aunque mi amor ansíe darle compañía no siempre me es posible estar cerca.
-          La respuesta esta en tus mismas palabras. Si tu corazón ansia hacerle compañía ¿Por qué no le dejas volar hasta el Sagrario?
-          No comprendo, Madre, en verdad no comprendo.
-          Hija, cada Sagrario del mundo puede ser visitado por cada corazón enamorado. Por la Bendita Comunión de los Santos, puedes unirte a tus hermanos que están físicamente frente a Él. Si unes tu corazón al de ellos, puedes hacerle compañía. Puedes acompañarle mientras lavas el piso o la ropa. Mientras atiendes a los tuyos puedes hacerle compañía a Jesús ¿comprendes? No se trata solo de la presencia física, la cual es importante porque permite a tu alma inundarse de la gracia derramada desde el Sagrario... Pero si no puedes ir a visitarle, si estas enferma o postrada ¿Será razón esta para que no puedas acercarte al Maestro a hacerle compañía? Cerca del Sagrario hay un sitio especial para esos corazones enamorados, que vuelan con alas de fe y esperanza y se postran ante el mayor milagro de amor: La Eucaristía. Recuérdalo, hija, los impedimentos para acompañar a Jesús en el Sagrario, están en el mismo sitio que tus ansias de hacerlo: Tu corazón. Ese corazón que quiere volar hasta El y, al mismo tiempo, se ata con cadenas que no le dejan desplegar las alas. ¡Si supieras cuantos ángeles alrededor del Sagrario cuidan esos corazones!…. ¡Si supieras con cuanta delicadeza toman sus oraciones y las depositan en el precioso recinto!…. Hija querida, el Sagrario tiene profundos misterios que tu corazón solo puede descubrir desde la fe
    Y me quedo en silencio… en silencio del alma ante el desolado paisaje de un Sagrario vacío. Después del llanto y la pena  ha llegado, de tu mano Madre, la enseñanza.
-          En este Viernes Santo, de la desolada soledad de la Cruz nace la desolada soledad del Sagrario vacío. Para que así el alma comprenda la profundidad de las palabras del Maestro “Sin mi nada podéis
-          Que profunda verdad, Madre mía, sin Jesús nada puedo, sin recibirlo en la Eucaristía mi alma no solo queda en profunda soledad, sino que comienza a languidecer por falta de alimento y ¡Cuán difícil es remontar el camino con el alma debilitada por falta del santo alimento!....
-          Es tan grande la Misericordia de Jesucristo, que cuando no puedes recibirle Sacramentalmente, se llega a tu corazón por la Comunión espiritual
-          Oh Madre, me ha salido al encuentro en cada paso del camino y yo no le he valorado. No le he buscado ni le he esperado, no le he ansiado ni le he llamado ¡¡¡Cuántas gracias ha perdido mi alma!!! ¡¡¡Cuántas veces los brazos abiertos de Jesús esperaban mi abrazo y yo seguí por otro camino!!! “Mira que estoy a la puerta y llamo” ¡¡Cuantas veces, Madre, le he dejado en espera!!!...   Y ahora lloro de pena por ver el Sagrario vacío.
   Gracias Madre por esta profunda enseñanza. Te pido la gracia de la diaria Comunión ya sea sacramental o espiritual, pero que cada día abra las puertas de mi corazón a Jesús, de tu mano, Madrecita, de tu mano, porque no me atrevo sola….


Hermano mío, hermana mía que lees este relato. Hay un ángel que espera tu corazón junto al Sagrario. Un ángel que espera para llevar tus oraciones al precioso recinto del Corazón de Jesús. Un ángel que conoce tu nombre, tu dolor, tu soledad…

María Susana Ratero
susanaratero@gmail.com

NOTA de la autora: "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón por el amor que siento por Ella"

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