lunes, 4 de julio de 2011

Con Maria, conociendo a Juana Lojo, Co-fundadora del Cenáculo de María.


   María, Madre mía, hoy has cruzado en mi camino a una mujer que ha elegido como hogar, tu Corazón.
   Escucha misa junto al altar de la pequeña Capilla del Cenáculo de María en Los Hornos, La Plata, Argentina.
   Es... toda ofrenda... toda entrega. Sus manos juntas y su cabeza inclinada hacia la izquierda descansan en un trono que el mundo no comprende: Una silla de ruedas.
   Y las preguntas llegan al alma sin permiso: ¿Por qué, Madre? ¿Porqué este destino para Juana? ¿Porqué esta prueba?
   Al costado del altar, y desde un pequeño cuadro, tus ojos parecen mostrar una respuesta:
-          Verás, hija mía, no puedes comprender el final si no conoces la historia.
-          ¿Podrías contármela, Madre? Digo, si quieres.
-          Lo haré, para que tu corazón aprenda a ver más allá de lo exterior, más allá de lo que ve el mundo. Hace cuarenta y cinco años, Juana caminaba con un grupo de mujeres que seguían a Jesús. Yo estaba en medio de ellas y la vi. Su figura serena y humilde, la mirada limpia e inocente de sus ojos castaños, me alegraron el alma... y quise tenerla más cerca de mi corazón. De manera que envié por ella.
-          Y ¿A quién enviaste, Madre?
-          A un alma muy especial, Monseñor Roberto Lodigiani. Corría el año 1961 y este amado hijo de mi Corazón estaba fundando el Instituto Secular Diocesano “Cenáculo de María”, y necesitaba un alma dócil y entregada a Mi corazón que le secundara. Entonces le pedí que susurrara en el corazón de Juana unas palabras: “ Madre, en tu Corazón, nuestros corazones, todo lo que estamos haciendo y nos pasa”
A Juana se le estremeció el alma y se preguntó que podían significar esas palabras para su vida.
  Entonces, su mirada y la Mía se cruzaron y San Luis María Grignion de Montfort extendió sus manos, tomó las nuestras y las juntó para siempre.
   Así, de mi mano, Juana empezó a seguir al Maestro por los caminos polvorientos de la vida. Sirvió a los pobres el pan multiplicado y asistió a la resurrección, en la esperanza, de tantos Lázaros cotidianos y olvidados.
   Poco a poco ella iba entrando, no sin esfuerzo, en mi corazón Inmaculado, para estar más cerca de Jesús.
   Cuando mi Hijo se donaba a sí mismo en infinitas cunas de harina blanca, Juana estaba allí, haciendo de su corazón una cuna en el Mío.
   Renunció a sí misma, tomó su cruz y siguió a Jesús. Me acompañó hasta el pié de la Cruz. Yo inclinaba mi cabeza para ver el rostro de mi Hijo, y Juana también lo hacía...
   Has notado que su cabeza aún sigue inclinada. Aún sigue mirando a Jesús que sufre en cada hermano, en cada alma solitaria y sin esperanza.
   Mi Juana, hija querida, te está enseñando que aún desde el dolor y por el dolor, ella puede seguir ayudándome, con su entrega, sus oraciones y su ofrenda de vida, a salvar almas.

   Amigo que lees estas líneas. Cada vez que visites a Juana, honra su cabeza inclinada, inclínate ante su trono que es su cruz...  No sabes, quizás... quizás tu alma alcance gracias que no imaginas, gracias que María Santísima te alcanza por besar la frente de una cabeza inclinada.

María Susana Ratero
susanaratero@gmail.com

NOTA de la autora: "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por Ella"

1 comentario:

  1. Conocì a Juana Lojo, Nonin, cuando era chico. Yo vivia enfrente del Cenáculo de Marìa. Ella logró algo que hoy en dìa, a màs de 40 años, aùn me asombra. Y es què, con su simpleza hizo que todos los chicos del barrio, en su mayoría humildes (y bastante salvajes !), fueran a escuchar el evangelio que ella nos relataba tan amenamente, y que luego tomaran la comunión y la confirmación. Otro gran recuerdo que tengo es que cuando cumplì los 13 años y a punto de entrar al colegio secundario (año 1976) me contagiè una hepatitis que me tuvo 2 meses en cama. Ella fuè una de las pocas personas que se me acercò, sin miedo, y me iba enseñando lo que daban en clases para que no perdiera el año. y así fuè, no lo perdí. Le agradezco a Dios haber conocido a Nonin. Según mi entender ella era una persona Santa. Siempre està presente en mi recuerdo.

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